Esto más que una receta en sí, es una receta-cuento, porque iba copiando mientras Martin lo cocinaba y entre la conversa, la historia del plato y lo que utilizamos para medir el tiempo de cocción - lean la receta para que aprenda una buena fórmula de medir tiempos de cocción - no fui muy exacta.
Se pica un pollo en porciones medianas: pechuga en cuatro, muslos en dos, y así.
Se busca una cebolla muy grande y se pica en cuadritos medianos, se pone a transparentar en aceite vegetal en una olla más o menos grandecita.
Una vez transparentada la cebolla, se agregan 2 cucharadas de páprika dulce, debe freírse un poco pero cuidando que no se queme. Se agrega el pollo, se revuelve bien con la cebolla ‘enpaprikada’, sal pimienta y un poco de agua. No que lo tape del todo, pero la idea es que se cocine en el agua y quedo salsosito. Se deja cocinar el pollo hasta que esté listo. El tiempo que transcurrió fue el que tardamos en tomarnos una deliciosa botella de Pino Grigio entre 3.
Cuando el pollo está listo se saca a un plato, se agregan hongos picados en ruedas y sour cream, se revuelve y no se debe permitir que hierva. Mientras esperas que se hace la salsa te tomas otra botellita de Pino Grigio. Devuelves el pollo a la salsa y listo.
Martin dice que puedes desmechar el pollo si lo deseas, nosotros nos la comimos con huesitos.
Si se desea una salsa espesa se agrega harina a la salsa.
Martin lo sirvió con pasta corta.
Este es el Kuraci Paprikaš. Si uno quisiera comer un Kuraci Perkelt, se elimina el sour cream.
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